Por Cristina Herrera
El movimiento contra el acoso y abuso sexual #MeToo, que inició en la industria cinematográfica, ha permeado en el deporte y parece ser sólo la punta del iceberg de un problema que ha permanecido en el deporte por varias décadas.
Cuando la brillante gimnasta estadounidense Simone Biles decidió, mediante una emotiva carta, abrir la puerta a uno los capítulos más devastadores de su vida, el tema del acoso sexual en el deporte volvió a ponerse en el radar.
Biles acusó al ex médico Larry Nassar de haber abusado de ella cuando formaba parte del equipo olímpico de Estados Unidos.
Nassar ya ha sido acusado de abusar sexualmente por 140 de sus pacientes excusándose en un supuesto tratamiento.
“Yo también soy una de las muchas supervivientes que fue sexualmente abusada por Larry Nassar”, escribió.
Michael Kimmel, fundador del Centro para el Estudio de Hombres y Masculinidades de la Universidad de Stony Brook, predijo para la revista Times que tras esto surgirá una ola de acusaciones contra las figuras del deporte.
“Una gran diferencia en 2017 es que a las mujeres se les está creyendo. Las mujeres no están en juicio. Su credibilidad no es el problema. El comportamiento de los hombres es el problema. Ese es el mayor cambio en este momento”, aseveró.
#Gimnasia
"He tenido el honor y el privilegio de escuchar a las hermanas que sobrevivieron (a sus abusos); y tengo el honor y el privilegio de condenarle"… La jueza Aquilina al exmédico del equipo olímpico de gimnasia de EEUU, Larry Nassar…
pic.twitter.com/4tfp5ZrwXD— DIOSAS OLÍMPICAS (@diosasolimpicas) January 24, 2018
Y es que el de Biles, se unió a otros casos que datan ya de hace algunos años. Una de las pocas deportistas de fama mundial que se atrevió a hablar abiertamente del acoso, aunque décadas después de padecerlo, fue la gimnasta rusa Olga Korbut, ganadora de seis medallas olímpicas entre 1972 y 1976.
Korbut reveló en 1999 que había sido una «esclava sexual» de su entrenador, Renald Knysh, quien convertía a sus pupilas, además de en excelentes gimnastas, en «doncellas para su servicio personal».
Con sólo 15 años, la que sería la »reina» de los Juegos de Múnich padecía ya los abusos y los golpes de Knysh, a quien temía pero de quien dependía «terriblemente», explicó. Años después el entrenador fue procesado, pero absuelto por falta de pruebas.
En México, uno de los casos más sonados fue el de la clavadista Laura Sánchez y su entrenador Francisco Rueda. En el 2004, cuando Sánchez era ya una atleta reconocida tras ganar bronce en los Mundiales de Barcelona 2003, su madre reveló que la saltadora quien entonces tenía 18 años, había sufrido abuso sexual por parte de Rueda y su entonces esposa.
Tras ello, Rueda presentó su dimisión como entrenador de la selección olímpica; luego Rosario Soto, madre de Laura, reveló que el técnico, ya con antecedentes de denuncias por abuso, había mantenido -y reconocido- relaciones sexuales con su hija.
Rueda, que se había hecho cargo de la educación de Laura desde que ésta tenía 8 años, fue expulsado de la Federación Mexicana de Natación por «falta de ética» e inhabilitado de por vida.
Otras clavadistas como Azul Almazán y Cristina Millán denunciaron que también habían sido víctimas del entrenador.
Pese a todo, el entrenador volvió a integrarse paulatinamente a sus actividades y en 2012 acompañó a Laura a los Juegos Olímpicos de Londres donde la clavadista logró un bronce y se convirtió en la primera saltadora mexicana en obtener medalla olímpica en prueba individual. Ambos se casaron en 2008 y hoy tienen un hijo.
En octubre del año pasado, la ex gimnasta soviética y medallista de oro olímpica Tatiana Gutsuse unió al #MeToo. Gutsu lo hizo en Facebook, acusando no a un médico sino a un ex compañero de equipo olímpico, Vitaly Scherbo, de violarla en 1991, cuando tenía 15 años.
En diciembre pasado, el propietario de Carolina Panthers, Jerry Richardson, uno de los más poderosos de la liga, anunció que puso su equipo a la venta, luego de que la NFL anunciara que le inició una investigación por acusaciones de comentarios racistas y de acoso sexual.
Según una de las acusaciones, reportadas por la revista Sports Illustrated, Richardson habría ordenado a las empleadas mujeres que usaran jeans en el trabajo y que hicieran fila para inspeccionarlas, situación en las que les decía: “Enséñenme cómo se contonean para entrar en esos jeans”.
Mientras que en 2012 el ex asistente del entrenador del equipo de futbol americano de Penn State fue sentenciado a 30 años de prisión por el escándalo de abuso sexual de menores que avergonzó a esa universidad y que derivó en el despido del legendario entrenador en jefe de Penn State, Joe Paterno.
Relacionado también al futbol americano, los ex jugadores de la NFL Marshall Faulk y Donovan McNabb fueron suspendidos de sus puestos en la NFL Network y ESPN, respectivamente, luego de una demanda presentada por una ex empleada de NFL Network Jami Cantor.
Cantor demandó a la compañía que maneja el canal ante la Corte Superior de Los Ángeles, al alegar discriminación por edad y género, acoso sexual y un ambiente de trabajo hostil.
Sin embargo, los responsables sólo fueron suspendidos y no despedidos.
Esta semana, el actual entrenador de fútbol de Arizona, y ex entrenador de futbol de Michigan, Rich Rodríguez fue despedido como resultado de acusaciones de mala conducta sexual.
Instituciones hacen esfuerzos pero sin resultados
Esta situación, que no es un problema reciente, ha preocupado a algunas instituciones deportivas, que han intentado no mantenerse al margen de este problema. Sin embargo, en las últimas dos décadas cientos de atletas han denunciado ser víctimas de acoso sexual.
En el 2000, tras los Juegos Olímpicos de Sydney, el Comité Olímpico Internacional (COI) y los organizadores de la justa elaboraron un informe sobre los imprevistos a los que habían tenido que hacer frente durante la cita y el acoso sexual de los deportistas al personal laboral de la Villa estaba entre ellos.
Trae ellos, el mismo COI emitió hace una década una declaración sobre abuso y acoso sexual en el deporte. En ella, reconocía que existía este problema en la práctica deportiva, especialmente en el deporte élite.
Aseguró que, tras los estudios realizados, se mostró que el acoso y abuso sexual tienen «un serio y negativo impacto en la salud física y psicológica de los deportistas», y puede conducir a malos resultados deportivos o a la retirada de la práctica deportiva.
De acuerdo con el COI, el impacto que tiene el abuso sexual en los atletas a nivel físico se traduce en enfermedades y lesiones, disminución de su desempeño, desórdenes alimenticios, daños a sí mismo, baja autoestima, estados de ánimos volátiles, más probabilidades de hacer trampa, abandono, ansiedad, depresión, suicidio, exclusión social, y pérdidas económicas.
La investigación indica que tanto el acoso como el abuso sexuales se producen en cualquier deporte y a cualquier nivel, y parece ser que con mayor frecuencia en el deporte de élite y en este ámbito suele implicar la manipulación y el engaño del atleta.
Detalló que no sólo los entrenadores suelen ser los principales autores de esta situación, sino también los compañeros de los atletas y con mayor frecuencia los varones.
En tanto, las situaciones de riesgo se dan en los vestuarios, instalaciones deportivas, viajes, casa o coche del entrenador y en acontecimientos sociales.
Mientras que las actitudes pasivas o las de no intervención, negación y/o silencio por parte de personas con puestos de poder en el deporte (en particular, testigos) acrecientan el daño psicológico de acoso y abuso sexuales.
Algunas ligas ponen el ejemplo
Pocas instituciones han buscado una solución a este problema. La NBA, por ejemplo, ha estado en contacto con sus equipos sobre la importancia de escuchar denuncias de acoso sexual.
La liga planea llevar a cabo una capacitación de «respeto en el lugar de trabajo» durante los próximos meses para garantizar que sus empleados comprendan completamente el problema.
En tanto, la Asociación Atlética Colegiada Nacional (NCAA) está convocando un grupo de expertos en Washington, para presentar una guía sobre la elegibilidad de un atleta si cometen un delito de violencia sexual.
Así, el deporte ya no puede más ser ajeno a esta situación y si en el pasado los casos de acoso y abuso sexual pasaban desapercibidos, en el futuro cercano serán tema importante para el desarrollo de las actividades deportivas tanto a nivel escolar como profesional.