Detrás de una futbolista profesional, hay una familia que a diario se esfuerza por ella, aunque sin problema se podría cambiar el “detrás” por un “junto a”, pues la lucha es codo a codo, tanto de la jugadora que todos los días debe entrenar, ir al gimnasio, cuidar su alimentación y descansar, como de la familia que ha cambiado toda su dinámica por alcanzar el sueño, un sueño que, aunque ya es realidad, está lejos de ser lo que ellas deseaban.
En Diosas Olímpicas tuvimos la oportunidad de hablar con tres madres y un padre, de cuatro futbolistas, tres de la Liga MX Femenil y una más del futbol amateur: Ángeles Olmos y Teresa Cruz, madres de Miriam Aguirre y Jaquelín García, ambas de Pumas; así como Karla Verde y Enrique Pérez, padres de Grecia Pérez, quien en su futuro viene el ser parte del Atlético Capitalino, en la Liga del Balompié Mexicano, y de Jessica Pérez, jugadora de Mazatlán FC.
Al preguntar sobre su sentir al tener a deportistas profesionales en su familia, las respuestas de satisfacción y orgullo imperaron:
“Estoy muy orgulloso de ellas porque es una tarea gigantesca (…) hay mucho trabajo y sacrificio, no sólo tenemos hijos de alto rendimiento, ellas también tienen papás de alto rendimiento (…) se siente muy bonito cuando ellas ganan, no me cabe en el pecho”, explica el señor Enrique Pérez, quien además destaca que la formación de sus hijas Grecia y Jessica viene desde Club Laguna, con la profesora Mercedes Rodríguez. Actualmente, a Grecia, además de la oferta en el Atlético Capitalino, ha tenido oportunidades de jugar en el extranjero, en Italia y Estados Unidos, pero al ser madre de la pequeña Zara, no le es tan sencillo tomar esas decisiones.
Los cambios en la dinámica familiar y los sacrificios son un precio que padres y madres están dispuestas a pagar con tal de ver a sus hijas alcanzar sus metas. “Te borran de las fiestas familiares, pero aun así disfrutamos este camino (…) cuando Grecia metió el gol de chilena con la Selección de playa, no lo podía creer, pero justo con eso te pagan todo”, añade Pérez.
“En mi caso, la gente me reconoce como mamá de Jaqui, siempre me están preguntando cosas de ella, que cómo le hizo, por qué le gustó el futbol o qué se siente tener una hija famosa”, cuenta Teresa Cruz, entre risas de satisfacción, “les digo que estoy muy feliz, se siente muy bonito que la gente quiera y admire a mi hija, en la familia estamos más unidos, cada que va a jugar nos juntamos para ver el partido”.
Para la mamá de Jaquelín García, el momento más bonito en la carrera de la volante de Pumas fue su primer partido profesional, aquel 28 de julio del 2017, cuando la michoacana todavía jugaba con Pachuca. “siempre que va a jugar le digo que la amo y que estoy muy orgullosa de ella, de todo lo que ha logrado y nunca falta el “que Dios te bendiga”.
Madres y padres han visto de cerca lo que sus hijas han tenido que pasar en cuanto a falta de apoyos, sueldos bajos, discriminación y demás situaciones que no deberían suceder a las profesionales del deporte, por esa razón, los cuestionamos acerca de qué cambiarían si en sus manos estuviera:
“Que directivos y dueños de equipo le dieran seriedad a la Liga, ellos no saben todo lo que han pasado (…) que no lo vean como obligación, sino que les nazca del corazón, que sean empáticos; que sean bien tratadas (…) también cambiaría en los medios de comunicación la mentalidad de periodistas y comentaristas, porque vemos el partido y sólo dicen sus números y no sus nombres, otras veces hablan de qué comieron ayer, pero a mí me importa la narración del partido, a mí lo que me interesa es que se aprendan los nombres por respeto a ellas, por respeto al género, porque las mismas mujeres comentaristas los desconocen (…) por último, cambiaría el salario, para que por lo menos las jugadoras vivan un poco más holgadas, ya que muchas aún dependen de los papás, que mínimo puedan rentar un departamento, no como en Pachuca, que 15 en una casa o en otros equipos que no tienen casa club”., expuso Ángeles Olmos, madre de Aguirre.
“Cambiaría a los entrenadores, porque el trato hacia las jugadoras importa y muchos no saben hacerlo, no como Meche, Fabiola (Vargas) o Andrea (Rodebaugh); en cuanto al carácter, es fundamental (…) también cambiaría la situación de los directores deportivos, que de verdad vayan a hacer visorías, porque hay mucha jugadora buena no nada más en la Ciudad de México, pero no les interesa (…), finalmente, cambiaría el que invirtieran más y las ganancias se van a ver después”, nos cuenta el padre de Grecia y Jessica.
“Deben darle más apoyo, sobre todo en lo económico, porque muchas no pueden trasladarse o pagarse sus dietas, no tienen casa club y los sueldos siguen siendo bajos, tan sólo unos zapatos de futbol cuánto cuestan… pues no les alcanza (…) y también el tema de las visorías, que las hicieran mejor, no de un día ni de media hora”, agregó Karla Verde.
“Si yo pudiera cambiar las cosas, cambiaría el sueldo, que les paguen bien y a todas parejo, cambiaría que televisaran todos los partidos y que jugaran en el estadio y si pudiera cambiaría la mentalidad de la gente, que así como apoyan a los hombres, apoyaran a las mujeres que también se la rifan”, explicó Teresa Cruz.
Una escuela por amor al futbol
El caso de la familia Aguirre Olmos es todavía más especial, así lo relata Ángeles Olmos, la madre de la portera Miriam Aguirre. En su caso, para poder mantener a los hijos en entrenamientos, crearon una escuela de futbol, misma que hasta ahora se mantiene, es decir, se volcaron hacia el mundo del pambol con tal de que su hija cumpliera su sueño.
La familia de tres hijos, dos hombres y una mujer, encontró en el futbol una forma de encaminar hacia buen puerto la vida de los jóvenes. La hiperactividad de la pequeña Miriam los llevó al futbol, para mantener su mente activa, así entró a su primer equipo. “Ahí empezó todo, cuando le tocaba entrenamiento, ella ya estaba lista, el futbol fue lo único que le gustó de todo lo que le poníamos para ocuparla”.
Miriam y sus hermanos mayores entrenaban en una escuadra que era filial del América, sin embargo, como cuenta su madre, los gastos por los tres se fueron haciendo más grandes, entre traslados, arbitrajes y uniformes originales, por lo tanto, Ángeles tuvo la idea de formar su propia escuela. “Fui a Pachuca y ahí expliqué que vivíamos en una zona de bajos recursos y que lo quería hacer por ayudar a los niños, y conseguimos poner la filial del equipo (…) fui aprendiendo también a entrenar, ya llevamos 11 años trabajando con niños, no porque Miriam ya no esté en la escuela, vamos a abandonar el barco y con su ejemplo motivamos al resto”.
De esta forma, la ahora portera de Pumas entrenó algunos años en la escuela de su familia, filial de los Tuzos. En ese camino, llegaron las pruebas para la Selección Mexicana y justo antes de su cumpleaños 14, fue llamada por primera vez al selectivo nacional.
En cuanto a los obstáculos, Ángeles Olmos coincide en la discriminación por ser mujer, en la falta de apoyos… “las porteras requieren una vestimenta en especial, son tachones, el uniforme, los guantes, y estos costaban 1500 pesos y eran dos por concentración, nosotros íbamos al día, era muy difícil solventar esos gastos (…) porque todo va a cuenta de los papás y yo creo que por eso muchas desertan”. Pese a ello, enfatiza, “lo volveríamos a hacer porque ha valido la pena”.