El primero de agosto se dio a conocer que la velocista bielorrusa, Krystsina Tsimanouskaya, denunció en sus redes a miembros del Comité Olímpico de su país (COB) quienes intentaron secuestrarla y llevarla en contra de su voluntad de regreso a su país por su supuesto «estado psicológico». La atleta se vio obligada a interrumpir su participación en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
«Me presionaron y están intentando sacarme por la fuerza del país (Japón) sin mi consentimiento».
El acontecimiento tenía una razón: La deportista, que debía competir en las preliminares de los 200 metros planos, se quejó y criticó en sus redes sociales por la gestión deportiva de sus superiores, luego de que la inscribieron sin su consentimiento en una modalidad en la cual nunca había participado: el relevo de 4×400 mts.
El Comité Olímpico Internacional (COI) tomó nota de los dichos de Krystsina y anunció que inició una investigación formal.
Mark Adams, portavoz del COI, solicitó al COB un informe detallado sobre lo sucedido y aseguró que las autoridades deportivas de ese territorio no han protegido de manera adecuada a los atletas de la discriminación política.
Un día después, el lunes 2 de agosto, se resguardó en la Embajada de Polonia en Tokio, donde recibiría una visa humanitaria que le permitiría tener un país para poder regresar. Además de esa nación, la República Checa y Eslovenia le habían ofrecido la posibilidad de ayudarla luego de que hizo públicas las denuncias.
La corredora también contó sobre su nueva vida en Polonia: “La vida cambió en un día y ahora comenzamos de cero en un nuevo país. Estamos planeando quedarnos en Polonia y continuar nuestras carreras aquí. Ahora estamos a salvo porque estamos bajo protección”.
De igual manera, la semana pasada se dio a conocer que Krystsina Tsimanouskaya, subastó una medalla deportiva para recaudar fondos y apoyar a deportistas de su país en mismas condiciones.
La subasta se hizo mediante el portal de eBay, medalla de plata que consiguió en los 100 metros lisos de los Juegos Europeos de 2019. Krystsina libró la opresión policial y abrió un nuevo camino para personas que viven situaciones como la suya.