La vida de Ayelén Pujol siempre ha estado inmersa en el deporte, primero practicándolo y luego como profesional de la comunicación. En Diosas Olímpicas, conversamos con esta periodista argentina, quien se ha posicionado como una mujer que visibiliza las opresiones que viven las deportistas, pero no sólo desde los diarios o los portales, sino con dos libros que intentan empezar a saldar una deuda histórica con las mujeres futbolistas, se trata de ¡Qué jugadora! Un siglo de futbol femenino en la Argentina y Barriletas cósmicas, dedicados al público infantil y juvenil.
Ayelén, te defines como futbolista, periodista y feminista, ¿cómo vives todo eso?
Soy periodista deportiva desde hace 18 años, siempre supe que estudiaría esto (…) escribir es la rama que más me gusta, la que más disfruto y en la que me formé (…) siempre me molestaron un montón de desigualdades, me interesaban situaciones atribuidas culturalmente a los varones, como el futbol.
Desde hace unos años he tenido participación fuera del periodismo deportivo, en intereses más políticos, construyendo y dialogando con compañeras, ahí empecé a percibirme como feminista, hay que romper con la desigualdad estructural y la opresión a la que nos somete el patriarcado (…) así empecé a mezclar el periodismo, el futbol, el feminismo, ahí todo tuvo más fuerza (…) siempre jugué futbol, desde que nací porque mis primeros recuerdos están atravesados por él. Lo dejé en la adolescencia por lo que me decían, acá nos dicen “varonera”, “machona”, “tortillera”, “marimacho”.
¿La negación a que las mujeres accedamos al futbol, uno de los deportes donde se considera que se construyen las masculinidades, es un síntoma de América Latina o de todo el mundo?
Creo sí hay un componente social y cultural con nuestro origen, nuestra raíz y el lugar que ocupa el futbol en algunos países de América Latina, hay una forma de ser mexicana/mexicano y argentina/argentino a través del futbol, lo vivimos como parte de nuestro ADN, en ese sentido se juega una forma de masculinidad, una forma de ser varón que se construye ahí. Si eras varón y no te gustaba o jugabas mal eras “maricón”, “gallina”, “puto”, asociado a la cobardía, el futbol implica una construcción del ser macho, también ahí entran los códigos de la tribuna, de rechazo, de agresión a lo distinto. Hoy por hoy el ser sensible en el futbol masculino se relaciona con ser “puto”. Y sí es un componente social y cultural que nos atraviesa como latinas y latinos, en otros lugares quizá pasa con otros deportes, como en Estados Unidos, donde el juego considerado masculino es el futbol americano.
¿Cómo ha sido para ti el declararte feminista? Me refiero a si notaste un cambio en tus dinámicas laborales y personales…
Es un proceso que te hace pelearte en la mesa familiar, es como sacarse una venda de los ojos y de golpe ves todo, percibirme como feminista cambió el curso de mi carrera profesional porque me fui dando cuenta cómo naturalizamos un montón de violencia a las mujeres en una profesión minada de varones (…) fui orientando mi trabajo a conjugarlo con mi militancia, como visibilizar la historia de las mujeres en el futbol o pensar el deporte desde una perspectiva feminista, comprender que se pueden hacer coberturas desde una manera más justa y qué implica el no hacerlo.
He estado en trabajos donde me han dicho “acá feminismo no”. Sí pienso que me cierra puertas, pero ser feminista no me hace peor trabajadora, me hace mejor, mis convicciones me hacen mejor profesional.
¿Cuál es la importancia de historizar la participación de las mujeres en el deporte, en el futbol?
Porque lo que no se nombra no existe, yo hablo no sólo de una recuperación, sino de reparación histórica (…) Mónica Santino, referente de nuestro futbol femenino, compartió “qué pasa cuando a un pueblo le pueden borrar su memoria”, nosotras en América Latina sabemos mucho de eso, ese borramiento de la historia es un borramiento de la identidad (…) el triunfo más grande para las mujeres es que ser futbolista sea una identidad posible cuando por más de un siglo no lo fue, incluso fue prohibido.
¿Qué relevancia tiene el lenguaje para hacer periodismo con perspectiva de género?
El lenguaje es una de nuestras luchas, porque se sigue usando el masculino genérico cuando hay otras identidades ahí y volvemos al “lo que no se nombra no existe”, y entonces nos encontramos con una resistencia e incluso con soberbia de algunos colegas que ni te preguntan por qué lo dices, dan por sentado que estás equivocada, un tuit tiene un puñado de caracteres, pero cuando decimos las cosas es porque hay una explicación detrás, hay que tener paciencia y aportar constantemente para modificar eso. En Argentina hay leyes que hablan de la violencia mediática, como el borramiento de la identidad, es violencia simbólica cuando hay una relativización y desjerarquización de las identidades de las mujeres e identidades diversas como deportistas. No es una opinión personal, es un hecho.
¿Desde tu punto de vista como periodista, qué opinas del desarrollo del futbol femenil en América Latina?
Que avanza la lucha de las futbolistas, con más conciencia de que hay que unirse, de que no se debe naturalizar esa discriminación que hace que los clubes presten más interés al masculino que al femenino. Algunas decisiones de las federaciones ayudan, pero a veces se da un paso adelante y dos atrás, hay decisiones de Conmebol que son positivas, como obligar a que los equipos tengan rama femenil y divisiones juveniles, aunque también pasan cosas como que se suspenda un partido porque no hay luz (…) en América Latina sí compartimos una desigualdad inmensa, en algunos lugares el futbol femenil avanza más rápido que en otros, pero ahora, las jugadoras alzan la voz, lo ponen en sus redes sociales, eso trasciende el deporte.
En cuanto a tus libros, ¡Qué jugadora! Y Barriletas Cósmicas…
La idea de adaptar ¡Qué jugadora! para un público infantil y juvenil fue para que las niñas también tengan sueños de futbol, que conozcan la historia que no está en los manuales, a las heroínas, las epopeyas, los grandes partidos, que conozcan por qué el futbol estuvo prohibido, qué implicó eso, que puedan disfrutar del juego sin que pesen los estereotipos que por tantos siglos nos hicieron daño.
Barriletas cósmicas lo trabajé con compañeras del feminismo y del futbol, Ro Ferrer, ilustradora feminista, y Nadia Fink, responsable de la editorial Chirimbote (editorial infantil con una mirada de género), comunicadora y docente. Varios nombres nos daban vueltas pero cuando apareció ‘Barriletas cósmicas’ fue un sí porque era apropiarnos de esa frase, darle un giro, deconstruirla, si la idea era que las niñas tuvieran sueños de futbol, que dejaran de ser las “varoneras” y las “tortilleras” para ser ahora las “barriletas cósmicas”, esta frase poética con la que tantos varones se crían.
En cuanto a lo que se necesita para terminar de construir el enorme rompecabezas del futbol femenil, Pujol enfatiza el pasado, esas piezas históricas de las pioneras, de las primeras que patearon un balón, cuyas huellas han sido difíciles de rastrear justamente porque por siglos se les mantuvo en las penumbras, “son las más complicadas, pero van a ir apareciendo porque cada vez somos más quienes las estamos buscando”.